Uno de los lugares emblemáticos de Las Palmas de Gran Canaria es el Pueblo Canario. Sin duda un remanso de paz rodeado de naturaleza y sobre todo mucha cultura.
El artista Néstor Martín- Fernández de la Torre (1887-1938) hizo su primer boceto con la intención de que fuera una muestra de las costumbres y tradiciones canarias.
Muchos no lo sabrán pero El Pueblo Canario formaba parte, junto al Parador de Tejeda, de lo que el artista denominó «Tipismo» una campaña turística ideada en 1934 por el artista una vez que regresó de Paris.
La inauguración del Pueblo Canario fue en 1956 por su hermano Miguel, arquitecto de renombre que fue el encargado de finalizar el proyecto. Esta joya arquitectónica está dentro del llamado Neocanario
Durante más de 70 años El Bodegón tuvo una clara función gastronómica y sobre todo social de Las Palmas de Gran Canaria. Por allí se sentaron los más ilustres pensadores y artistas de la isla, junto a todos los que llegaban de fuera. El bodegón ha sido un importante enclave cultural de la ciudad.
Además de su excelente ubicación, cabe destacar sus alrededores, por una parte el fabuloso Hotel Santa Catalina, muestra cultural de la ciudad y por otra el parque Doramas, un oasis de naturaleza.
En la puerta principal puedes ver el maravilloso escudo de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, realizado por Santiago Santana en 1956, con una fuerte marcada inspiración en la obra de Néstor.
Dentro de este recinto se encuentran el Museo Néstor, la Plaza de Las Palmas, la Ermita de Santa Catalina, y el fabuloso restaurante El Bodegón.
Te invitamos a que vayas y disfrutes de este maravilloso sitio donde la cultura, la fiesta y sobre todo las tradiciones se funden.
SOBRE NÉSTOR DE LA TORRE
La huella de un artista integral
En 1874, Louis Leroy calificó despectivamente de impresionista a «Impresión, sol naciente» de Monet: había comenzado el Impresionismo y las llamadas Vanguardias. Y, sin embargo, paralelamente a este arte nuevo y rupturista, que huye de lo figurativo o lo distorsiona, se desarrollan otros movimientos de corte más academicista, que proponen una revolución más conceptual que técnica, y que no por ello son de menor calidad. Es el caso del Modernismo y del Simbolismo, que encuentran un representante único en la figura de Néstor Martín Fernández de La Torre, Néstor; un artista global que vuelca su creatividad en las más variadas disciplinas artísticas.
Una de las características más importantes del Modernismo es precisamente esa: su vocación integradora de aquellos antiguos conceptos de artes mayores y menores en la figura de un creador único, un artista integral. El ejemplo más cercano y conocido es el de Gaudí, arquitecto que además de proyectar edificios cuidaba de todos los aspectos que lo hacían más habitable y hermoso: iluminación, decoración, hasta la funcionalidad y belleza de los muebles. Ese concepto de artista integral encuentra una figura destacada en la rica personalidad artística de Néstor Martín-Fernández de La Torre, nacido en Las Palmas de Gran Canaria en 1887.
Con quince años se traslada a Madrid, donde frecuenta el Círculo de Bellas Artes y la tertulia del Café Levante, liderada por Valle-Inclán y a la que asistían artistas como Julio Romero de Torres y Santiago Rusiñol. En Londres estudia la obra de los prerrafaelitas y el Simbolismo, y en París terminó de forjarse como creador modernista, cultivando la pintura, las artes decorativas, el diseño de vestuario y decorados para teatro, música y danza, siendo por ejemplo el diseñador del decorado para el estreno de El amor brujo, de Falla. En Barcelona pinta La dama blanca (1907), enmarcada en el Simbolismo, movimiento difícil de definir, y que sin embargo a través de la obra de Néstor resulta muy fácil de entender. Su variada y fascinante paleta de colores, la temática onírica y fantasiosa, la exuberancia de las formas y las composiciones hacen del pintor canario una figura central de este movimiento en España.
Fue el creador del llamado Tipismo, que trata de revalorizar las artes tradicionales canarias, adaptándolas a los nuevos gustos estéticos de la burguesía de las primeras décadas del siglo XX. Inicia oficialmente su campaña de Tipismo en 1934, a raíz de la preparación y decoración de una carroza con elementos típicos tradicionales canarios que desfila en Madrid con muchísimo éxito. Su reinterpretación de las tradiciones canarias no estuvo exenta de polémica: los puristas no le comprendieron, los sectores más liberales la consideraron una excentricidad burguesa, los conservadores casi un exceso pagano. Sin embargo, su huella en la sociedad canaria fue profunda, hasta el punto de que su entierro fue un acontecimiento multitudinario como pocos se recuerdan, y hoy en día es uno de las personalidades culturales de referencia en el Archipiélago.
A veces se tiene muy poco en cuenta el valor artístico del Tipismo en Néstor, y si observamos con detenimiento las Visiones de Gran Canaria (1928-1934), encontramos elementos muy interesantes. Los volúmenes deformados, las composiciones casi encaramadas unas sobre otras, guardando equilibrio, los colores planos, consiguen una expresividad diferente, un cambio de concepción que sitúa al artista más cerca de movimientos como el Expresionismo y el Cubismo. En cuanto a la temática, Néstor abandona lo simbólico para centrarse en lo cotidiano de la vida local, eso sí, idealizando lo diario en paisajes y situaciones oníricas.
En un marco aún más amplio, el museo se sitúa en el barrio capitalino de Ciudad Jardín, que es según Daniel Montesdeoca, “una de las colonias urbanas más importantes de España después de la de El Viso, en Madrid, con un cúmulo de obra racionalista hecha casi toda por Miguel que nos pone casi a la altura de la Bauhaus en Berlín”.
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